José Martí (1853-95), político, ensayista y poeta cubano, fue una de las fundamentales figuras de la lucha cubana por alcanzar la independencia de España amén de fomentar la vida intelectual y cultural a lo largo de Latinoamérica a finales del siglo XIX. Martí pasó la mayor parte de las décadas de 1870 y 1880 exiliado. Se mudó a la Ciudad de Nueva York en 1881, donde ejerció de cónsul adjunto de Uruguay, Paraguay y Argentina, y organizó a la comunidad cubana en el exilio para luchar por la independencia de su país. Esta carta fue publicada en periódicos tanto de Buenos Aires como de Ciudad de México. En ella, se revela el interés de Martí, común tanto entre los intelectuales del Norte como los de Sudamérica de la época, en las diferencias sociales y culturales entre Latinoamérica y los Estados Unidos (que Martí denomina Norteamérica). Además, muestra que él, al igual que sus coetáneos, solía ver estas diferencias como síntomas propios de las influencias coloniales que enfrentaba a los anglos contra la Europa latina (aunque, en este texto, Martí critica la pintura francesa y alaba la luminosidad del arte italiano y español). Pero, al final, Martí está más interesado en encontrar los aspectos que comparte el arte de Norte y Sudamérica, ahora que finalmente los Estados Unidos han tomado su propio camino. Su principal preocupación es la independencia cultural de los Estados Unidos y, a pesar de hallar a la hiperindustrializada sociedad estadounidense carente de cierto grado de espiritualidad, de forma clara desea que el país logre la independencia cultural de Inglaterra. Volver a prestar atención al paisaje, sostiene Martí, ha ayudado a los artistas norteamericanos a conseguir eso. Durante este proceso, sus trabajos han comenzado a exhibir la luminosidad y el color de la pintura italiana y española que, según recalca, han formado siempre parte esencial de la pintura latinoamericana.