Leopoldo Zea resume en este texto su visión del futuro de la filosofía latinoamericana, explicando que para ser relevante ésta debe tener una aplicabilidad universal y ser también un producto del contexto específico de Latinoamérica. Zea comienza declarando que la filosofía, en el momento actual (hacia 1942), ha ganado relevancia por primera vez en el ámbito público de Latinoamérica, y que esto ha ocurrido por la ampliamente compartida percepción del fracaso de la cultura europea. Prosigue diciendo que una de las cuestiones fundamentales sobre las que está tratando la filosofía de la región es la naturaleza del nexo entre las cultura latinoamericana y la europea. Zea sostiene que la relación entre estas culturas es de carácter bastante contradictorio y constituye un problema para la identidad latinoamericana. A pesar de que los latinoamericanos poseen una “visión del mundo” semejante a la de los europeos (éstos carecen de la cosmovisión precolombina), no consideran la cultura europea como propia. El autor traza el origen de este dilema al hecho de que América siempre ha sido un producto del pensamiento europeo: “Europa necesitaba de América”, explica Zea, puesto que cuando la ciencia eliminó la posibilidad de un mundo ideal en el cielo, los europeos tuvieron que encontrar un nuevo lugar para su idea o ideal de la utopía. Esto ha hecho que los latinoamericanos se sientan inferiores porque, al adoptar la idea europea de América, no han sido capaces de cumplir con las expectativas. Para que los latinoamericanos puedan superar sus sentimientos de insuficiencia, deben convertirse primero en “colaboradores” de la cultura occidental. Esto se conseguirá si continúan operando sobre los principales problemas abstractos de la filosofía occidental (es decir, el ser, el conocimiento, Dios, etcétera). Zea declara que asuntos como estos, considerados como “universales”, también son cuestiones que han sido estudiadas desde el contexto latinoamericano, lo que nos hace recordar que, a pesar de presentarse como universal, la filosofía europea siempre ha surgido sobre la base de historias culturales muy específicas. Para la filosofía latinoamericana resulta imprescindible abordar este tipo de asuntos “con el objetivo de salvaguardar la esencia humana: esto es, la que hace hombre a un hombre”. Finalmente, Zea sostiene que la filosofía debe comenzar sopesando sus propias circunstancias, pero que debe ampliar su investigación a preguntas abstractas más amplias para así poder ser relevante dentro de una “cultura universal”.