En este segundo capítulo del libro del académico francés Guy Martinière: Aspects de la coopération franco-brésilienne: Transplantation culturelle et stratégie de la modernité (1982), [Aspectos de la cooperación franco-brasileña: Trasplantación cultural y estrategia de la modernidad] presenta una historia del uso y de las implicaciones políticas del término de Latinoamérica. Comienza declarando que la expresión acuñada no ha sido ampliamente aceptada siempre. Explica, incluso, que el término comenzó a emplearse como un “concepto operativo” —un constructo, de hecho— y que, durante la primera mitad del siglo XIX, hubo un intento coordinado para hallar un nuevo léxico político para los movimientos por la independencia que barrieron el continente bajo el dominio español y portugués. En ese momento dejó de ser posible el uso de nombres como Nueva España (México) o Nueva Granada (Colombia). Martinière explica que el nuevo vocabulario político provenía de Francia y que, tras la independencia, a los territorios se les llamó Latinoamérica por motivos tanto políticos como ideológicos. Este concepto apareció por primera vez en una serie de veinte volúmenes de Carlos Calvo (1862), cuyo alcance con el tiempo resultó asombroso. El fracaso de la aventura imperial de Napoleón III en el México republicano (1862-67) se encaja bien en aquella idea de “lo latino” que describe los objetivos politicos, culturales y económicos franceses en torno al continente. Explica además la aceptación del término en otros países europeos y que, tras la derrota de Francia, se empleó con cautela. Señalando, así, que la expresión se aceptó en las Américas con una serie de cualidades, la más importante de ellas siendo la inclusión prioritaria de la religión católica, esto es, la naturaleza del legado latino. Este concepto de “lo latino” fue de importancia primordial para las clases dominantes francesas y sudamericanas. A seguir, Martinière pasa a explicar los nuevos conceptos sobre Latinoamérica que empezaron a arraigarse en el siglo XX, y cita tanto al historiador francés Fernand Braudel como al historiador italiano Ruggiero Romano. Finalmente, Martinière traza el desarrollo de las posteriores ideas del siglo XX sobre la “americanidad africano-americana” en Cuba y las Américas, junto al “indianismo” de México y los países andinos.