En este pasaje, Manoel Bomfim defiende la importancia de la educación en el desarrollo de los países latinoamericanos. Según Bomfim, la enseñanza, dirigida especialmente a las clases bajas, era el único camino que conducía al progreso. El autor comienza el texto con un análisis histórico de la colonización del continente, declarando que tanto las clases hegemónicas como la Iglesia se convirtieron en parásitos del Estado, sin voluntad alguna de cambiar una estructura social ventajosa para ellas. Según Bomfim, las clases dominantes de Latinoamérica mantenían características del colonialismo ibérico, caracterizados principalmente por el conservadurismo y una fuerte resistencia al cambio. A las clases bajas se les mantenía en la ignorancia y en un estado de apatía, a la espera de una solución mágica para paliar sus miserias. Para el autor, los latinoamericanos no eran los agentes, sino las víctimas de un pasado injusto, por lo que pone en duda la fatal convicción de la supuesta inferioridad de los latinoamericanos. Aunque Bomfim reconoce la contemporánea inferioridad de los países latinoamericanos, ve la posibilidad de cambio a través de la educación. Para convencer al lector, Bomfim nombra una serie de efectos beneficiosos de la educación como, por ejemplo, la causa del actual progreso de la ciencia. Más importante aún, subraya el papel de la educación como catalizador que suscita la acción, puesto que la población, cuando es culta e informada, no obedece a ciegas —que es justamente lo que causa la inercia latinoamericana. El autor brasileño proclama que se opone a aquellos creyentes en que la educación era un instrumento para la perversión, y en su contra resalta la importancia de convencer a las clases dominantes sobre la urgencia de establecer la enseñanza universal. El autor concluye con la admisión de que es posible que los conservadores lo consideren a él y a sus seguidores como utópicos, pero aún así está convencido de la equidad e integridad de su postura. Al final del texto, Bomfim incluyó un gráfico comparando las inversiones del gobierno brasileño para el mantenimiento del estado, los pagos para la deuda exterior y los destinados a los servicios públicos, entre ellos a la educación.