En este texto, Saúl Yurkievich examina de qué forma el arte latinoamericano se ha visto influido por su contexto, y sostiene que aún cuando el arte se ha ido haciendo cada vez más autónomo, continúa siendo un medio de comunicación y, como tal, debe ser tenido en cuenta a través de su nexo con la sociedad. En la primera parte del texto, analiza la relación entre las formas artísticas y las condiciones socioeconómicas de Latinoamérica. El autor mantiene que, en todos los países, existe una correlación directa entre el desarrollo tanto económico como artístico y que, a medida que los países aumentan progresivamente su desarrollo, comienzan a haber menos diferencias regionales entre sus formas de arte. En la segunda sección afirma que la especificidad del arte latinoamericano es, como mucho, mínima o muy pequeña. Más allá de las referencias temáticas más obvias o en cuanto al lenguaje abstracto que alude a la cultura latinoamericana, resulta imposible circunscribir el arte latinoamericano dentro de un conjunto de reglas. Yurkievich, no obstante, encuentra elementos comunes en el contexto social, como el hecho de que la gran mayoría de latinoamericanos experimentan la dramática contradicción de vivir una forma de vida premoderna, a la vez que los medios de comunicación les presentan una imagen moderna de la existencia. En la última parte, el autor argentino sostiene que los verdaderos innovadores del arte latinoamericano han sido Diego Rivera, Emilio Pettoruti y Joaquín Torres-García. Entre otras consideraciones, estos artistas de vanguardia iniciaron una nueva era del arte latinoamericano porque transformaron las lecciones aprendidas en Europa para reinventar la producción de nuevas formas de arte en sus respectivos contextos latinoamericanos.