Luis Cardoza y Aragón (1901-92), poeta y crítico guatemalteco, pasó gran parte de su vida en París y México. Escribió este texto para Amauta, revista cultural y política publicada en Lima durante la década de veinte y de gran difusión entre los intelectuales de toda Latinoamérica. En el ensayo, Cardoza y Aragón presenta a Mérida como el creador de una variante de pintura mexicana y latinoamericana moderna algo distinta del muralismo mexicano (en el texto se apunta que la obra de Mérida fue exhibida en Ciudad de México con gran aceptación en 1920, un año antes del regreso de Diego Rivera). Según el autor, Mérida era una figura que, a la vez que evoca a América poderosamente, trasciende también las nacionalidades y es capaz de producir obras igualmente relevantes en Ciudad de México, Europa y los Estados Unidos. La sensibilidad poética de Luis Cardoza y Aragón y su punto de vista como latinoamericano residente en París se reflejan en parte en sus románticas nociones sobre la cultura maya y la fuerte inspiración espiritual que extrae de la etnicidad mexicana y americana. Su énfasis, sin embargo, recae en el extremo espiritualismo y sensualidad de la Latinoamérica indígena y mestiza, la cual refleja, también, las convicciones de intelectuales como José Vasconcelos (y articuladas en su libro de 1925, La raza cósmica).