En este texto, Carlos Enríquez responde a la pregunta que los editores de revista de avance plantearon a sus lectores: “¿Qué debe ser el arte americano?”. En él aborda de forma específica los cuatro apartados de la pregunta general. En respuesta a la primera: “¿Cree usted que el artista americano debiera mostrar su preocupación por América?”, Enríquez es ambivalente y tiende, más bien, a contestar negativamente. Enríquez dice que el arte de América sufre de provincialismo regional y que los artistas son “víctimas” de las “preocupaciones morales y políticas” que expresan en sus trabajos. Además, continúa, se ven abocados a hacer preguntas sobre la compatibilidad del “arte puro” y de las cuestiones regionales. A la segunda pregunta: “¿Cree usted que la idea de americanidad es una cuestión de óptica, de contenido o de medio?”, Enríquez contesta que, si en el contenido se plasma un sentido de americanidad, se hace de forma superficial, aunque lo merece si se expresa a través de la forma de la obra. A la tercera pregunta: “¿Cree usted en la posibilidad de la existencia de características comunes compartidas por el arte de todas las naciones de nuestras Américas?”, el pintor afirma que a nivel subconsciente sí existe una sensibilidad americana compartida. A la última pregunta: “¿Cuál debería ser la actitud del artista americano hacia Europa?”, Enríquez responde que los artistas deben admitir todo tipo de influencias, defendiendo así la universalidad del lenguaje del arte.