Jaime Torres Bodet responde en este texto a la pregunta que los editores de revista de avance plantearon a sus lectores: “¿Qué debe ser el arte americano?”. Torres Bodet comenta el desconcierto provocado por esta pregunta y advierte de los peligros de definirse a uno mismo y a su arte como americano. Señala que de esa forma uno se arriesga a negar los valores universales del arte y, en cambio, a exaltar los insignificantes “triunfos” locales. Situado entre Europa y América, el artista americano se encuentra en una posición difícil. Torres Bodet sostiene que cualquier escritor americano debe tener un punto de vista americano, pero también la capacidad de hablarle a otras culturas. Luego, afirma que si en el arte existe una cualidad americana, no se halla en las proclamas políticas o en los programas subvencionados por los gobiernos, sino en el espíritu de la voz de un solo poeta, en su sinceridad y sentimiento. Torres Bodet también hace hincapié en los aspectos comunes compartidos en el arte producido en el mundo occidental moderno y, de forma clara, considera a los artistas latinoamericanos como parte de ese mundo. Finalmente, concluye que América todavía no posee su propia cultura, y califica al arte americano como resultado de las disputadas actitudes de los artistas americanos hacia Europa, es decir, ni se someten ni niegan su influencia por completo.