Probablemente el artista más importante de los que dirigieron las Escuelas de Pintura al Aire Libre, Fermín Revueltas (1901-35) fue un gran colorista y esta distinción se refleja en las obras de los alumnos bajo su dirección en la Escuela de Guadalupe Hidalgo. La brevedad de su escrito, resumiendo sólo los principios básicos que fundamentaron las Escuelas a su cargo, sugiere que —a diferencia de algunos de los otros directivos y maestros de dichos planteles— fue más práctico que teórico su involucramiento con ellas. La Monografía de las Escuelas de Pintura al Aire Libre representa una etapa específica de las Escuelas de Pintura al Aire Libre, abiertas originalmente en 1913-14 en el barrio de Santa Anita (Ciudad de México) como alternativa de enseñanza extramuros dentro del programa de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Posteriormente, a principios de los años veinte, esos centros fueron revividos, y permitieron el fomento de una iconografía que resaltaba tanto temas rurales como la revaloración de la arquitectura virreinal. A mediados de esa década, cuando se publica este libro, varios de los jóvenes artistas entrenados en las Escuelas se ocuparon de la dirección de sus diversos planteles, enfocándose mayormente en ellas la enseñanza de niños y de jóvenes. Se buscaba promover una valoración estética de su entorno, con un énfasis en la expresión más que en valores formales académicos, generando obra con gran diversidad de estilos, aunque, en general, con un matiz más naïf y burdo, que, a la vez, tendrá importancia para las características formales de los artistas entrenados en la academia.