Publicado en un número de tributo póstumo en ARS Atelier, este texto es uno de los seis breves ensayos y un poema dedicados a la vida y obra de Darío Suro. El editor jefe de la revista era Gustavo Valdés para quien, según la portada, era “un espacio y una publicación dedicada a fomentar las artes plásticas y escénicas, además de la literatura de los artistas cubanos contemporáneos”. Los demás artículos de este número especial fueron: “Darío Suro: la herejía en el arte” de Gustavo Valdés (doc. no. 821981); “Suro en la Encrucijada de la Identidad” de Laura Gil Fiallo (doc. no. 821643); “Darío Suro: Presente, Admirado y Querido” de Marianne de Tolentino (doc. no. 821622); “Darío Suro” de Alejandro Anreus (doc. no. 809430); “Ceremonias y Tiempos. Suro y su ritual. Darío y el presente” de Sara Hermann (doc. no. 822037); y “Darío el Dibujante” de Federico Suro (doc. no. 822016).
Darío Suro (1917–1997) fue un crítico de arte, pintor y diplomático de la República Dominicana. En su país estudió primero con su tío, el pintor Enrique García Godoy y, posteriormente, durante su residencia en México de 1943 a 1947, con Diego Rivera y Agustín Lazo. Tras su regreso a la República Dominicana, Suro tuvo una importante exposición individual en la Galería Nacional de Bellas Artes. Su estancia en México ejerció un gran impacto estilístico en su obra. Mientras que, anteriormente, Suro había optado por un estilo impresionista marcado por paleta armoniosa de tono melancólico, tras su retorno de México comenzó a emplear colores más vivos que se complementaban con el trasfondo étnico que comenzaba a aplicar a sus obras. El Suro pintor tuvo que dividir el tiempo muchas veces entre el arte y sus responsabilidades como agregado cultural en diversos países como España, México y los Estados Unidos. Suro es considerado, junto con Yoryi Morel y Jaime Colson, como uno de los fundadores del arte moderno de la República Dominicana.