Mari Carmen Ramírez, curadora e historiadora del arte, sostiene en este ensayo que las tendencias demográficas y la aparición del multiculturalismo han generado un renovado debate sobre las condiciones relativas a la representatividad e identidad entre los grupos marginados. Mientras que las instituciones dominantes han creado limitadas oportunidades para la inclusión de los artistas latinos, Ramírez afirma que, al mismo tiempo, han contribuido a desdibujar las diferencias entre los distintos grupos, al igual que entre los artistas latinos y latinoamericanos. Los modelos predominantes del multiculturalismo, bien sean estos pluralistas o radicales, tienden a privilegiar en particular la raza sobre asuntos de clase, nacionalidad e ideología, además de ser incapaces de explicar las diferencias entre la situación de los grupos minoritarios dentro de los Estados Unidos y la de los artistas que trabajan afuera de este contexto. Según Ramírez, el multiculturalismo, en vez de ofrecer un análisis de la forma en que cada grupo construye su identidad, ofrece un concepto reduccionista de la identidad de los latinos estadounidenses y de los latinoamericanos en base a una experiencia centrada en el racismo y la opresión. La autora considera que, paradójicamente, es a través de la valoración del multiculturalismo en torno a las diferencias y los atributos culturales que se permite la entrada de estos artistas a las instituciones dominantes; es decir, mediante un supuesto aperturismo que entiende la identidad pero sólo en relación a la cultura dominante. Para contrarrestar dicha tendencia, Ramírez propone un enfoque interdisciplinario que ofrezca un análisis de la identidad más allá de los marcos predominantes. Tal enfoque toma en cuenta y explica la hibridez, la fluidez, las prácticas contemporáneas y las relaciones cambiantes entre centro y periferia.