Aunque de tono aleccionador y retórico, este documento revela una de las variables histórico culturales más importantes que ha nutrido la historia contemporánea de Venezuela, analizada desde la ideología marxista. Aun cuando los mecanismos y consecuencias de transculturización, captados antropológicamente por Rodolfo Quintero (1909–85), pudieran ser transferidos de manera similar a cualquier otra nación hispanoamericana que haya sufrido la explotación extranjera de sus recursos naturales, la incidencia y el impacto del fenómeno petrolero como un todo sobre la cultura y sociedad venezolana contemporánea —y visiblemente sobre sus artistas— ha sido un factor modelador de incuestionable relevancia.
En efecto, el petróleo ha sido centro temático de algunos artistas plásticos contemporáneos en el país; también ha sido utilizado como materia prima modeladora y/o ha conformado de igual manera singulares propuestas estéticas.
A partir de 1945 y hasta los años sesenta, los realismos (tanto el social como el crítico) tuvieron un tratamiento ideológico del tema petrolero en artistas como César Rengifo (1915–80), Pedro León Castro (1913?2003) y Gabriel Bracho (1915–95); creadores como Víctor Hugo Irazábal (n. 1945) y Asdrúbal Colmenárez (n. 1936), entre otros, que hicieron experiencias artísticas con el petróleo y sus derivados para materializar sus obras. No obstante, el artista Rolando Peña (n. 1942) ha sido quien con mayor amplitud y profundidad penetró en el asunto del petróleo, el elemento que ha nutrido por entero su discurso plástico a lo largo de toda su trayectoria.
Esta tesis de Quintero fue ampliada al aparecer como libro en La cultura del petróleo (Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1968).