Los Disidentes fue un grupo creado en París en 1950, por un grupo de artistas y escritores venezolanos que vivieron y operaron artísticamente en esa ciudad entre 1945 y 1952. Desde allí se proponen luchar en contra de la educación oficial impartida en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, cuyas directrices de enseñanza eran las provenientes del paisajismo y del nativismo, en particular, procurando alcanzar la renovación del arte tradicional y académico mediante la asimilación de valores intrínsecos a la abstracción europea. El grupo era grande entre los pintores y figuraban: Pascual Navarro (1923–1985), Alejandro Otero, Mateo Manaure, Luis Guevara Moreno, Carlos González Bogen, Narciso Debourg, Perán Erminy, Rubén Núñez, Dora Hersen, Aimée Battistini, además del estudiante de filosofía J.R. Guillén Pérez. A ellos se les sumaron, posteriormente, otros artistas venezolanos. Publicaron una revista con el nombre del grupo, Los Disidentes, que alcanzó a cinco números y fue su principal órgano de divulgación. Es indudable el impacto que Los Disidentes habían logrado ya en la sociedad cultural venezolana para este quinto número de su revista, ya que la mayoría de los artículos que contiene la misma están dirigidos a dar respuesta a sus detractores; este artículo de Navarro es un buen ejemplo de ello. Tales ataques ya habían sido previstos por Los Disidentes desde la edición del número tres de su revista y se encontraban preparados para combatirlos. En este caso, la defensa va en contra de las corrientes de signo nacionalista, las cuales —a través de la óptica crítica difundida por Los Disidentes— veían que la contaminación del arte nacional se cumplía a causa de influencia de corrientes extranjeras y exóticas. Navarro, en su respuesta, dramatiza aún más la brecha. Pone en duda las bases mismas de la tradición, afirmando su desconfianza en ella y asumiendo, sin tapujos, el desligamiento total de esa realidad con el único y firme objetivo de superarla. Puesto de esta manera, se torna imposible cualquier conciliación entre ambos universos opuestos y se ofrece un nuevo capítulo en la confrontación entre nacionalismos y lenguajes universales.