Este breve texto del pintor Pedro León Castro (1913–2003) se enmarca dentro de la polémica surgida a raíz de la exposición de Alejandro Otero en el Museo de Bellas Artes de Caracas, en enero de 1949, en la cual exhibe su serie Las Cafeteras. Como documento, constituye una pieza curiosa, puesto que León Castro utiliza el catálogo de su propia exposición para desacreditar a los jóvenes artistas residentes en París, los cuales, en 1950, se agruparán como Los Disidentes. El texto es fiel ejemplo de la reacción rayana en la indignación que se produjo entre muchos artistas venezolanos apegados tanto a la tradición paisajista como al realismo, así como en buena parte de la crítica y del público en Venezuela. El repudio y la incomprensión ante la opción de vida/obra de Otero y los demás jóvenes resultan más a prejuicios morales que a razonamientos de orden teórico contra el naciente abstraccionismo en el país. La mayoría de las acusaciones que León Castro externa se deben, a su juicio, a que estos jóvenes atentan contra la moral y los valores establecidos. Les atribuye “oscuros sentimientos y apetitos desenfrenados”, el “vagar por hórridos paraísos”; considera León Castro que “destruyen y pisan” la cultura francesa.
Si bien en la polémica de 1949 participaron varios intelectuales y artistas, este artículo constituye el primero de una serie de cuatro textos relacionados entre sí. Tres de ellos son en respuesta a textos anteriores. El segundo es el artículo del propio Otero, “Cómo trabajamos los pintores venezolanos en París” (El Nacional, 17 de julio de 1949) donde comenta el presente texto; el tercero es también de León Castro, “De frente a la realidad: el balance justo de la verdad” (El Nacional, 31 de julio de 1949), destinado a responder al anterior; y el cuarto es del pintor Pascual Navarro, “Anacronismo e irresponsabilidad” (aparecido en la revista Los Disidentes, 1950), quien rechaza, a su vez, las opiniones de León Castro. La intención de Navarro era publicarlo, también en El Nacional en 1949, paralelamente a la exposición de León Castro, pero apareció “con unos cuantos meses de retraso” en Los Disidentes n.º 2. Todo esto es indicativo de que las acusaciones y conceptos emitidos por el pintor realista tuvieron un impacto fuerte y duradero entre los jóvenes pintores venezolanos en París, y de cómo la polémica sobre Las Cafeteras de Otero (Caracas, 1949) fue el preámbulo crítico al grupo Los Disidentes en París.