En 1945, las reformas planteadas para la Academia de Artes Plásticas y Aplicadas de Venezuela suscitaron controversias y comentarios que se ventilaron en la prensa nacional. Se discutía y se razonaba sobre los marcos ideológicos y conceptuales, plásticos y políticos que debían sustentar las reformas solicitadas tanto desde el oficialismo como del alumnado de la institución. Dichos debates daban cuenta, también, de un choque entre generaciones artísticas en el que vuelven a surgir polémicas en torno al “nacionalismo” y al “europeísmo” y, obviamente, incidiendo sobre los formalismos y las vanguardias. Tal efervescencia en el discurrir sobre la función de las artes plásticas, incluso, estuvo en consonancia con el momento político que vivía el país, el cual pretendía deslastrarse de los restos de un régimen dictatorial —el del General Isaías Medina Angarita (1941–45)— discutiendo las bases de una naciente revolución democrática.
Escrito por Pascual Navarro Velásquez (1923?85), el documento trata varios asuntos en respuesta y en controversia con un artículo publicado en el diario El Heraldo el día 11 de noviembre de 1945, bajo el título “Arte y Revolución”, del escritor e indigenista Gilberto Antolínez. Cabe destacar que la lectura del arte mural mexicano en Venezuela fue tardía en relación a otros países latinoamericanos, por lo que la discusión sobre los valores que colocaba en juego estaba viva en esos momentos en el país. Por ello, entró fácilmente en el debate sobre las reformas que se llevaban a cabo en la Academia como propuesta de modelo a seguir en sus aulas.