La historiadora del arte Sybil Venegas traza en este ensayo la historia de los rituales del Día de los Muertos desde sus raíces en el antiguo México hasta su recuperación y reinvención en el siglo veinte en “Aztlán,” el territorio de la zona sudoeste de los Estados Unidos. A su juicio, la evolución de la ceremonia anual realizada en los Estados Unidos sólo se puede entender en el contexto de la historia chicana. Venegas sostiene que los mexicoamericanos, a lo largo de la historia y la cultura chicana, desde el Tratado de Guadalupe-Hidalgo (1848) hasta el presente, han reivindicado su “sagrado derecho a la supervivencia” al mantener sus costumbres, rituales, oficios, artes y tradiciones a pesar de su estado bajo régimen colonial. Para la autora, los artistas, en particular, cultivan nexos con el pasado, reivindicando los íconos de sus ancestros indígenas. La artista considera que el Movimiento Chicano de las décadas de sesenta y setenta animó a los artistas a forjar, de manera activa, una identidad chicana a través del arte que involucra a la comunidad remontándose al pasado indígena mexicano. Una de las destacadas tradiciones a ser restablecida fue El Día de los Muertos, evento organizado por los artistas Carlos Bueno y Antonio Ibáñez, del taller Self Help Graphics. Todo comenzó como una peregrinación a un cementerio de Los Ángeles, el Día de Todos los Santos de 1972. Venegas concluye que las ceremonias realizadas en los Estados Unidos durante esa fecha precisa ejemplifican el esfuerzo chicano por su supervivencia cultural y sirven como testimonio de su vitalidad artística.