El discurso del humorista, caricaturista y periodista venezolano Leoncio Martínez (Leo) (1888–1941) es de suma importancia como documento representativo el sentir de muchos jóvenes intelectuales a comienzos del siglo XX venezolano. Es el momento en que se torna férrea la dictadura del General y político Juan Vicente Gómez que se prolongará hasta 1935. Y la creación del Círculo de Bellas Artes —a raíz de la protesta que estalló en 1909 contra los métodos de enseñanza de Antonio Herrera Toro, director de la Academia de Bellas Artes de Caracas— constituye un hito en la historia del arte en Venezuela. En el seno del Círculo nace el primer movimiento de la pintura venezolana, la escuela paisajista que marca los albores de la modernidad plástica del país. De allí la importancia de este documento. A pesar de que el discurso está teñido de giros literarios y humorísticos, propios del estilo del autor, en éste sus palabras se expresan en tono de manifiesto de arte. Cuando anuncia, por ejemplo: “Declaramos instalado el Círculo de Bellas Artes y unida nuestra vida a la del Arte y de la Patria; para ambos nuestras energías; para ambos nuestro amor”. Lo mismo podría considerarse cuando declara: “Nuestra asociación no tiene reglamentos o estatutos, ni junta directiva”. Su posición es en defensa de un imaginario nacional, de un arte sincero y “venezolano”, expresión de un alma nacional. Entre los pintores fundadores del Círculo se contaban: Manuel Cabré, Pablo Wenceslao Hernández, Antonio Edmundo Monsanto, Próspero Martínez y Marcelo Vidal. Posteriormente se incorporaron Federico Brandt, Armando Reverón, Rafael Monasterios y Bernardo Monsanto. Entre los escritores y críticos que giraban en torno a las actividades del Círculo estaban; Enrique Planchart, Rómulo Gallegos, Jesús Semprum y César Zumeta, entre muchos otros.