A principios de 1932, el presidente Pascual Ortiz Rubio nombró secretario de la SEP a Narciso Bassols (1897-1959) quien asumió su cargo en una época de gran insatisfacción por parte de amplios grupos de habitantes de la ciudad a quienes todavía no habían llegado las promesas revolucionarias de infraestructura social (escuelas, hospitales, servicios, etcétera). Dentro de la perspectiva de Bassols sobre el socialismo y las posibilidades del aparato educativo —de hecho, una nueva estructura para la educación técnica para revolucionar la economía del país— que pudieran brindarse para la transformación del país surgieron las nuevas escuelas. Tales escuelas llamadas "funcionalistas" fueron el medio que permitía reproducir el pensamiento del Estado en cuanto a la escuela primaria socialista, la cual debería tener las siguientes características: ser obligatoria, gratuita, coeducativa, integral, vitalista, científica, orientadora, "desfanatizante", de trabajo y mexicana. Todo en un asiento territorial: el Distrito Federal. La capital de la república era una entidad que se había convertido, a partir de 1910, en mayor receptor de las oleadas de migrantes. Aunque la mayor parte de su población fuera alfabeta, no se daba a basto ya que se requería una base escolar que permitiera acceder a otros niveles de instrucción. Esto representaba una de las más importantes imágenes a desarrollar en cuanto a la posibilidad del progreso y modernidad clamadas tanto por la nueva sociedad mexicana como por el Estado posrevolucionario.