El debate en torno a la muestra de artistas mexicanos pensionados en Europa en 1906 (de la cual existe un seguimiento en esta base de datos), puede percibirse como el registro de un proceso artístico con claridad de miras, tanto a nivel de producción como de educación y de política cultural del Estado. Además, tomándose en cuenta los intereses de la crítica en seguir las trayectorias de las jóvenes promesas como Julio Ruelas (1870-1907), Diego Rivera (1886-1957), Roberto Montenegro (1885-1968), Gonzalo Argüelles Bringas, Francisco Goitia (1882-1960), Alfredo Ramos Martínez (1871-1946) y Juan Téllez Toledo, entre los más citados. La muestra es una anticipación evidente de la de mayor celebridad que organizaría el Dr Atl en 1910, también en la Academia y con motivo de las fiestas del Centenario. Por otra parte, el debate deja ver la visión de época con respecto a las condiciones para el surgimiento de un arte nacional: alejarse del aciago pasado heredado de la Academia y, en particular, de la huella de Pelegrín Clavé (en lo que coinciden la mayoría de críticos). En paralelo, como explica Okusai, hay que prepararse para tener un arte propio, nacional, generando las circunstancias propicias. Llama la atención en este artículo el enfoque evolutivo del arte, entonces patente y asociable, asimismo, al pensamiento positivista.