Para su plena realización, el concepto de escuela socialista necesitaba instalaciones adecuadas. Esto es, de edificios especiales, donde debía cuidarse la seguridad, amplitud, ventilación, orientación, limpieza y decorado de manera que se lograra crear entre los niños y sus familiares un ambiente de comodidad y amabilidad; incluso con modalidades especiales de acuerdo con el medio en donde proyectara su acción. El edificio debía ofrecer una disposición variada, aspecto sencillo y agradable en su conjunto, lo cual permitiera situar las principales dependencias en el centro de jardines, patios de recreo, talleres y campos de cultivo, para que el juego, la actividad y el trabajo, facilitaran la mayor libertad de movimientos que respondieran al desarrollo infantil. El concepto escolar de cuño socialista destacaba la unión de la arquitectura con la pintura mural. Se establecía que en este año las escuelas primarias ocupaban 133 edificios de propiedad nacional y 153 de propiedad particular; lo que hacia un total de 286. De ellas, sólo a 83 planteles, o sea el 29%, se les consideraba en buenas condiciones; 115 en medianas y, el resto, 88, en pésimas condiciones. El texto señalaba también que, debido a la enorme población del Distrito Federal (en permanente incremento) y a la falta de locales apropiados para escuelas, se había obligado que la Secretaría de Educación Pública (SEP) estableciera turnos vespertinos; no obstante, eso aún era insuficiente para cubrir los requerimientos educativos.