La importancia de este ensayo reside en el hecho de que el autor, Manuel Felguérez (1928-), fue uno de los iniciadores del movimiento de la Ruptura. Y, desde el punto de vista plástico, el escultor sería uno de los primeros artistas abstractos de esa generación. Por otra parte, cabe señalar que el término “Ruptura” se empezó a utilizar en el año de 1988, a raíz de la exposición retrospectiva del mismo nombre que presentó el Museo Carrillo Gil en la Ciudad de México. En el catálogo correspondiente, se explican los orígenes de la palabra, que se remontan al año de 1950, cuando Octavio Paz publica un ensayo intitulado “Tamayo en la pintura mexicana”, en el cual reconoce las nuevas propuestas del grupo de artistas vanguardistas, entre los que se destacaba Rufino Tamayo (1899-1991). Ese grupo, diría Paz, estaba llevando a cabo una “ruptura” con la vieja Escuela Mexicana de Pintura. Años más tarde, ese mismo término lo utilizara el crítico de arte y escritor guatemalteco Luis Cardoza y Aragón (1901-92) en su libro Mexico: Pintura activa (1961), para referirse a la posición de los nuevos artistas mexicanos respecto a sus antecesores. Sin embargo, no será sino hasta el 1988 que se establece el consenso general entre artistas, críticos e historiadores, para denominar “Ruptura” a aquella generación de artistas vanguardistas que surge en los años cincuenta en México.