A través de cuarenta incisos David Alfaro Siqueiros realiza un esbozo del proceso de la arquitectura y la pintura en México hasta los resultados de integración plástica tanto en la Ciudad Universitaria, el Centro Urbano Presidente Juárez como en el Museo Experimental El Eco. Para Siqueiros la integración existió hasta el Renacimiento cuando Iglesia y Estado se desentendieron de la escultura y de la pintura para convertirse en producto de adquisición privada. Señala que no fue sino hasta los años veinte en México (con el movimiento muralista) que la integración se vuelve a incidir en el mundo. Siqueiros narra como desde 1906 los pintores abogaban por un arte público con bases nacionalistas, de valor universal, y que para ello adoptaron el realismo. Para el muralista, desde 1924 se originó un falso nacionalismo en el cual predominaba el sentido decorativo mexicanista en vez del realismo original del movimiento, además del arte por el arte aceptado por los nuevos ricos e importado de los Estados Unidos y Europa. Sobre la obra arquitectónica de la Ciudad Universitaria (recinto UNAM) emite algunos juicios críticos y señala que existen dentro del espació arquitectónico varios niveles inútiles que supuestamente se hicieron por razones artísticas, pero, para el muralista, son niveles escenográficos carentes de sentido funcional. Para Siqueiros hay dos corrientes arquitectónicas claras: la lecorbusiana o sea cosmopolita y la que pretende mexicanizar la estructura de esa misma arquitectura recubriéndola con “vestidos y huipiles mexicanos”. Analiza el edificio de la Biblioteca, obra integral del pintor arquitecto Juan O’Gorman y la “decoración” que Diego Rivera realizó en el Estadio; señala que ambas caen en lo esquemático y primitivo a diferencia de su propuesta plástica del realismo. Existe incluso, según el pintor, otra corriente más peligrosa la cual merece sus más violentos ataques y es la de los importadores que producen obras de tipo semifigurativo. Como ejemplos de ella menciona el Centro Urbano Presidente Juárez y el Museo Experimental El Eco. Siqueiros concluye que en un país tan pobre como México las manifestaciones artísticas snobs no sólo son estúpidas sino criminales. Para el muralista, la arquitectura integracionalista tiene que ser práctica, pero realista tanto por sus características como por su proyección social. Además, tiene que asumir un sentido popular y no aristocrático, cuya expresión artística no sea cosmopolita ni tampoco neo-precortesiana.