El artista rosarino Antonio Berni (1905-81) es uno de los más notables creadores argentinos del siglo XX. Estudió en Europa desde 1925, estableciéndose en París donde se conectó tanto con la vanguardia surrealista como con las ideas comunistas. De regreso a la Argentina, expuso sus obras surrealistas en Amigos del Arte en 1932. Al año siguiente, Berni integró el Equipo Polígrafo (formado por David Alfaro Siqueiros) que realizó el mural Ejercicio Plástico en Don Torcuato, cercanías de Buenos Aires. Desarrolló su teoría del Nuevo Realismo, de arte de compromiso político y social, a partir de un realismo trascendente. En 1944, Berni formó el Taller de Arte Mural. En la década de cincuenta realizó pinturas sobre el campesinado, en particular de la provincia norteña de Santiago del Estero, dando inicio a su serie narrativa de pintura collage Juanito Laguna. En 1962, el artista obtuvo el Gran Premio de Grabado y Dibujo en la Bienal de Venecia. Al año siguiente, Berni comenzó su serie Ramona Montiel. En las décadas de sesenta y setenta —a la par que continuaba con sus pinturas, collages y grabados— realizó objetos, instalaciones y experiencias, además de explorar diversas variantes estilísticas de la figuración realista. La relación de Berni con Louis Aragon se inició en 1929 durante la estadía del artista argentino en París, momento en el que se vincula tanto con el movimiento surrealista como con el comunismo; en ambos, el poeta francés era la figura central (en abierta oposición a André Breton). Es interesante destacar que, en 1955, cuando Berni se establece brevemente en París, Aragon prologa el catálogo de su exposición, lo cual demuestra la perdurabilidad de esa relación estética y política. En esta muestra Berni presenta pintura y dibujos de la serie sobre Santiago del Estero, provincia del norte argentino; entre ellos, las grandes pinturas al temple: Los hacheros, La marcha de los cosecheros y Escuela rural. Esta iconografía de la miseria y explotación rural de los obrajes era una lectura singular del programa de liberación de los pueblos oprimidos y de las luchas campesinas postuladas por la Internacional Comunista, durante los años de la Guerra Fría. De hecho, consignas desarrolladas desde la década de treinta pero que sólo se actualizaron en los años cincuenta.