La poderosa maquinaria del Gobierno se hizo sentir al través de la censura en periódicos, se trató de ocultar la presencia del yerno incomodo en tan escandaloso baile de Los Cuarenta y Uno. En el título de la hoja volante se encuentra el adjetivo “maricón”, el cual determina, cuestiona, denigra, exorciza los fantasmas interiores y tratan de motivar la burla. Reflejo de un florido lenguaje popular, dichas denominaciones permiten acercarnos a la concepción que se tenía en el siglo XIX sobre los homosexuales. En esa centuria se repetían proverbios que Ignacio Manuel Altamirano en su obra Proverbios recopiló: “Cada uno hará de su culo un papalote” o “Tiene un culo tan profundo, como el pozo de la Villa”. El investigador Luis Mario Schneider señalaba en su libro La novela mexicana entre el petróleo, la homosexualidad y la política (1997) que “no hay otro país en el mundo que tenga y siga creando un vocabulario más rico sobre terminología y frases homosexuales como México, en donde se manifiesta no solamente burla, rechazo, sino un profundo sentido del humor”.
Al igual que José Guadalupe Posada, muralistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco y Antonio Ruiz, ridiculizaron y atacaron tanto verbal como plásticamente, el afeminamiento del grupo de Los Contemporáneos.