En 1936, la presencia en México del intelectual y activista político cubano Juan Marinello (1898-1977), como lo había hecho tres años antes, le permitió una mejor diseminación de sus tesis estéticas, las cuales lo situaron en franca oposición con el pensamiento del escritor y crítico guatemalteco Luis Cardoza y Aragón (1901-92). Cuando Marinello señala cómo, ya con la anterioridad mencionada, se encontró con que los escritores se comportaban como "Hijos de una cultura postiza, influidos por criterios aristocratizantes, [y] piden a la evolución de México un ritmo europeo, el ritmo que aprendieron en libros franceses o alemanes", más bien parece insistir en la misma tecla. Esto es, en las críticas que semanas antes encabezó Marinello en contra de Cardoza y Aragón dentro de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR).
No obstante, el escritor guatemalteco arraigado en México —justo tras esa disputa y lo asentado en este artículo de Marinello— será rotundo en su respuesta: “Los que no asomamos los ojos fuera del paisaje natal, de tanto verlo no lo conocen. La mayor parte de las veces los encontramos ciegos girando en el mismo sitio”. Asimismo, Cardoza mostraba su extrañeza: ¿no es casi inexplicable el terror que se tiene entre nosotros a lo que se ha llamado afrancesamiento de la pintura y de las letras? Para concluir con la afirmación de que “las influencias nunca son peligrosas cuando hay sensibilidad y talento.” Opiniones vertidas en la revista de la Universidad Obrera, UO, diciembre de 1936 a enero de 1937.