Es importante seguir las huellas de José Juan Tablada (1871-1945) en el arte mexicano de principios de siglo. En particular de su seguimiento de algunos artistas, como Jorge Enciso, los cuales, a la postre, fundamentarán su visión innovadora sobre el arte nacional que se hará visible en la época posrevolucionaria. Nacido en Guadalajara, Jorge Enciso (1883-1969) ejemplifica con su obra ese tránsito lógico del simbolismo modernista al vanguardismo basado en fuentes locales. En él concurren tanto la herencia de la estampería japonesa como el americanismo de cuño arielista, el imperativo nacionalista y tendencias del arte occidental en pos de lo exótico y/o de lo propio. Hacia 1911, sus decoraciones murales en una escuela de la Ciudad de México fueron el preámbulo del movimiento mural de los años veinte. El registro de Rafael Ponce de León (1882-1910), asimismo, deja otra huella en el sentido señalado, toda vez que ejemplifica, con la brevedad de su obra, el cambio en la sensibilidad plástica que conduciría a un nuevo paradigma en la creación artística. Este pintor, victimado muy joven por la bohemia parisina, fue discípulo de Félix Bernardelli (artista ítalo-brasileño que dio clases en México) y el maestro catalán Antonio Fabrés (1854-1936). Su calidad y presencia en nuestra memoria cultural son elementos consistentes para considerarlo en una posible microhistoria; como lo es, también, el texto de Tablada por su enfoque e intención.