Este ensayo forma parte final de una trilogía publicada anteriormente por el crítico de arte el portugués Antonio Rodríguez, en la revista Mañana, donde busca encontrar los antecedentes gráficos y textuales de la prensa ilustrada. En este caso presenta el antecedente directo de las revistas ilustradas desde el siglo XVII con aquella que fundara el médico Josef Ignacio Bartolache con la publicación Mercurio volante (1772). Publicación con la cual inauguró la prosperidad de las revistas ilustradas y la posibilidad de presentación de los materiales durante una semana, que lo diferenciaba del día a día de la prensa. El viaje histórico realizado por Rodríguez, para atraer la vista del lector, lo hará de manera precisa aunque a grandes saltos. Su objetivo es arribar a la comprensión de la creación de la época de oro de las revistas ilustradas en los años cuarenta del siglo XX. Rodríguez encuentra que, antes de este material cuyo nombre hace referencia directa al Mensajero de los Dioses, hubo otro homónimo de Sigüenza y Góngora, publicado 79 años antes; sólo que aquél no tenía características de periódico sino de "relación por entregas". Narra el autor que el primer periódico considerado así es el del Padre Castorena en 1722, Gaceta de México y Noticias de la Nueva España. Este mismo título fue utilizado 17 años después por otro presbítero, no obstante que ambos son diferentes del Mercurio Volante de Bartolache. Es con las revistas del Padre José Antonio Alzate, en 1788, con las que se da un giro tanto en las publicaciones como en las entregas semanales, en las cuales empiezan a aparecer la narración de la historia de la Nueva España, los ensayos. Además, aparecen los suplementos o los reportajes sobre temas atractivos como eran las ruinas de Xochicalco o la cochinilla (tema que apareció a lo largo de ocho entregas) en la Gaceta de Literatura, y todos ellos fueron acompañados de numerosos grabados. Cita el autor que es el antecedente claro de la revista Mañana, en su manera de presentar las noticias, las notas, los ensayos, la información también con índices sobre el trabajo indígena. Para Rodríguez Las Gacetas de Literatura son el eslabón en la cadena del género periodístico de primer orden para la creación de lo que se considera la revista. Por otra parte, son las revistas litográficas las que llaman su atención con la introducción de las imágenes creadas bajo la mano de dos italianos, Linati y Galli, y un cubano llamado José María Heredia, en 1826. Posteriormente, Rodríguez hace un listado de aquellas publicaciones que incidieron en el gusto particular de sus lectores en el siglo XIX, entre las que nombra El Mosaico Mexicano, El Semanario de las Señoritas, El Museo Mexicano, La ilustración Mexicana, La Cruz, entre otras. Las menciona como las de Cumplido, aquellas que fueron modelo de tipografía, ilustración y litógrafos de la época. En la parte medular del artículo, Rodríguez posiciona a las revistas ilustradas modernas desde la publicación de El Mundo de Reyes Espíndola cruzando por las publicaciones de La Revista Moderna de México, Revista Azul, La Semana Ilustrada, El multicolor, y todas aquellas creadas bajo la época revolucionaria. En un rápido viaje, el autor da paso al encuentro de aquellas revistas, publicadas durante la posrevolución, las cuales introdujeron algunos cambios en la forma y el estilo de representación. Es bajo la lupa de la creación de la revista Hoy que empiezan a crearse las nuevas formas de un periodismo dinámico y atrevido, crítico al sistema e, incluso, al presidente que clamó libertad de prensa: Lázaro Cárdenas (1934-40). Rodríguez centra su discurso en las figuras de José Pagés Llergo y Regino Hernández Llergo, para dar a conocer la puesta en escena pública de ambos periodistas, paralelamente a la celebración de los cinco años de la revista Mañana. Antonio Rodríguez da a conocer, de esta manera panorámica, algunos de los antecedentes más importantes de la prensa ilustrada del país.