Este es el tercero y último artículo de la serie propuesta por Antonio Rodríguez. En un rápido viaje al pasado, detecta la manera en que se ha venido construyendo la ilustración de la noticia, desde la época prehispánica hasta el mundo moderno del siglo XX. En esta entrega, se narra la manera en que se trasmutó la ilustración desde el uso de los códices por medio de un periodismo gráfico sui géneris en la época prehispánica, pasando por el grabado en madera, al grabado en lámina y el uso prioritario, en el siglo XIX, la litografía. El autor concluye que la fotografía tuvo la virtud de presentar los hechos con una fidelidad y rapidez como ningún otro medio lo había realizado con anterioridad. Por ello, su sólido establecimiento creó una revolución de fuertes consecuencias no sólo para el periodismo en particular, sino para la vida en general también. Para ello se remonta a Luis García Pimentel —el hijo de Joaquín García Icazbalceta— como el introductor del sistema de fotolitografía y del fotograbado hacia 1877. Gracias a este recurso, la prensa puede reproducir fácil y rápidamente las imágenes. Fueron tanto el diario Universal como el Imparcial de Reyes Spíndola los que usaron este recurso (fotolito) para reproducir imágenes en un primer momento pre-fotográfico. El diario El Tiempo, que inicia su publicación en 1883, publica imágenes con ese procedimiento, también.
Es el fotograbado utilizado por Armando Salcedo, en 1888 ó 1889, el que da un giro excepcional a la reproducción gráfica en la prensa al introducir el grabado de medio tono. El paso a la fotografía se había dado.
Las primeras fotografías periodísticas, narra Rodríguez, aparecieron en el diario El Mundo Ilustrado el 23 de febrero de 1896. Estas imágenes estáticas e inmóviles se transformaron conforme los eventos se impusieron. Es el caso del atentado al presidente Porfirio Díaz (que fue reproducido en El Mundo) y del cual se congratulan, por ser la primera referencia de una nota informativa de actualidad documentada en el propio momento de su realización. Esa era informativa gráfica empezó a transformarse cuando diarios como Artes y Letras, La Ilustración, La Semana Ilustrada, El Tiempo Ilustrado —todos ellos periódicos modernos— empezaron a utilizar la imagen como fuente informativa y dieron paso a que, poco a poco, la imagen se difundiera y cobrara importancia sustancial dando paso al fotoperiodismo moderno. El ensayo de Rodríguez llega al análisis de las modernas publicaciones que inauguraron una nueva era gráfica, como es el caso de Hoy, también conocida como “la revista Supergráfica”. En 1937, todo esto dio paso a un nuevo tipo de fotoperiodismo fundado en la imagen. El surgimiento de otras revistas eminentemente gráficas como Rotofoto, dirigida por Pagés Llergo en 1938, abrió las puertas a los fotógrafos dispuestos a la creación de imágenes cada vez más incisivas y mordaces. Otras revistas analizadas por Rodríguez como Nosotros, Estampa, Más y Mañana evocaron la fuerza de la imagen dando paso a nuevos equipos de fotógrafos, nuevas sensibilidades, agudezas visuales y artísticas que justifican la presentación de sus obras dentro del recinto del Palacio de Bellas Artes. Deber que se propuso llevar a cabo el mismo Rodríguez para el mes de julio de 1947, dentro del marco de esta exposición que abarca su reseña histórica sobre la ilustración de la noticia de prensa en nuestro país.