La defensa de una fotografía que vaya más allá del mero registro técnico es la que realiza, en este ensayo, el escritor Antonio Rodríguez. Subraya el hecho de que para Charles Baudelaire hasta Xavier Villaurrutia los estetas han afirmado que la fotografía es un mero “reflejo de la realidad”. Afirma que la fotografía posee algo más que aquellos simples elementos técnicos considerados en su realización; destaca también el ser factible darle una forma que vaya más allá de ese registro simple y plano. Insinúa que puede dar el manejo de un oficio con habilidad y que, sin duda, va más allá de lo meramente artesanal. Esta defensa la hace en torno a la obra que se presenta de la fotógrafa norteamericana de origen polaco, Bernice Kolko. En ella se muestra una serie de imágenes que parecen provenir del ensueño, del gusto por la creación estética y tanto de su manejo adecuado de la cámara como del concepto artístico puntual. Además de defender las imágenes fotográficas que provienen de la realidad y de subrayar la importancia de la fotografía documental, Rodríguez rescata el valor que tienen estas imágenes provenientes de una intención estetizante y de la búsqueda de un discurso propio. Para ello, comenta el autor que Kolko trabaja con diversas técnicas del laboratorio, pero además de poseer un manejo impecable de la técnica fotográfica, lo tiene en sus conceptos y en el manejo del oficio. Subraya Rodríguez que es lo fantástico, lo creativo de su imaginario, lo que gusta de la obra de Kolko. En ella, la cámara es una máquina industriosa de contar cuentos y producir fantasías, pues insiste en que la fotografía puede realizar ambas tareas: la de provocar sueños o crear insomnios. A su juicio, la cámara puede satisfacer tanto el compromiso que tiene el artista con su temperamento como con sus compromisos sociales.