Este artículo es una severa crítica a la exhibición fotográfica de Agustín Jiménez y su alumna Aurora Eugenia Latapi. El artículo es muy revelador del estado de las cosas después de que el movimiento modernizador se ha impulsado fuertemente en la fotografía mexicana, a fines de los años veinte; justo después de la presencia de Edward Weston y Tina Modotti en el país. Es posible que el artículo fuese realizado por el director de la revista Helios, Antonio Garduño, fotógrafo defensor de la fotografía tradicional, egresado de la Academia de San Carlos y, por ende, uno de los mayores detractores de la modernización de la fotografía mexicana. Aquella con tintes “sajones”, como él mismo la llama, y de toda lo que saliese del parámetros pictorialista. El autor del artículo deja ver varios asuntos relacionados con la docencia de la fotografía en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Presenta algunos de los valores que pervivían en el ambiente tales como el nacionalismo ligado a lo conservador en términos del concepto de Bella Artes; el planteamiento de la búsqueda del temperamento y la personalidad dentro del arte característico de esa época; amén de ver en estas obras su cercanía con los anuncios publicitarios y por ello no consideradas obras del arte. Esas imágenes formaron la conocida estética del fragmento, pero para el autor anónimo esto es una falla. Critica él el hecho de que el maestro Jiménez tomara la parte superior de los soldados la alumna la parte inferior. Finalmente, otro de los elementos a destacar es la crítica hecha a Latapi por no transmitir, en sus fotografías, un “temperamento femenino”. Sin descifrarnos, en particular, a qué se refiere con este término, el articulista deja claro que las diferencias de género eran muy evaluadas en la factura de la imagen fotográfica, por parte de aquellos que pretendían conservar el statu quo de la fotografía.