En el contexto del siglo del natalicio del célebre grabador de Valparaíso, el texto “El infinito de la obra” —escrito por Francisco Brugnoli— presenta el catálogo de la exposición Centenario Carlos Hermosilla 1905-2005. La muestra fue llevada a cabo en el MAC (Museo de Arte Contemporáneo) de la capital chilena a partir de las obras que pertenecen al Fondo de Arte de la Universidad de Playa Ancha (Valparaíso). Se traza un panorama abarcador de su obra gráfica, siendo el fundador del primer taller de grabado en Viña del Mar. En este breve escrito, Brugnoli contextualiza el arte del grabado en el país, al mismo tiempo que narra la importancia de Hermosilla para el sólido desarrollo de esta disciplina a nivel nacional.

Francisco Brugnoli (n. 1935) es artista visual, además de docente de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile y, en una época, Director del Museo de Arte Contemporáneo en Santiago. Su trabajo transita los recursos y paradigmas del Pop Art mediante instalaciones y collages. En 1974 fue cofundador del TAV (Taller de Artes Visuales), aunado a Raúl Bustamante, Alfredo Carrete, María Virginia Errázuriz, Carlos Donaire, Luz Donoso y Gustavo Poblete. Dicho taller de grabado, dibujo y gráfica surgió (un año después del Golpe Militar) en respuesta a la intervención oficial e interrupción de la enseñanza de las artes visuales en espacios universitarios, ambas decretadas por el autoritarismo pinochetista.

Carlos Hermosilla (1905-1991) fue uno de los artistas de mayor dimensión dentro de la escena chilena del grabado. Esto es, su obra planteó, más allá de su técnica plural, una variedad de asuntos: lo culto y lo popular, el paisaje de Valparaíso (su ciudad), el campesino y el obrero. Temas que desarrolló a través de muy diferentes medios: dibujo, óleo y técnicas mixtas, aguafuertes, xilografías, litografías, linóleos y calcografías en zinc, sólo por mencionar algunas. Hermosilla dedicó buena parte de su obra a retratar figuras de alcance nacional en la política, la literatura y el arte. Es incuestionable su legado magistral en la formación de grabadores a lo largo del territorio chileno, ejerciendo la docencia durante un largo período en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar. Factor medular en su biografía es el haber formado (en 1939, durante el gobierno populista de Pedro Aguirre Cerda) el TAGVM (Taller de Artes Gráficas de Viña del Mar). Tres décadas después, en 1972, el Presidente Salvador Allende, al frente de la Unidad Popular, le entregó una distinción como “Artista del pueblo”.