El autor, Jorge Useta, comenta que un grupo de estudiantes de la Escuela Nacional de Bellas Artes ha pedido la renuncia del su Director, el pintor Alfredo Ramos Martínez, quien ha favorecido a las Escuelas de Pintura al Aire Libre, mostrando un sentimiento de desprecio hacia la Academia. Para los alumnos, el director ha establecido un despotismo artístico. Narran cómo éste no permitió el montaje de una exposición póstuma del pintor Mateo Herrera porque, a su juicio, sus obras eran copia de artistas clásicos sin aportar nada al movimiento de pintura actual de México. La respuesta de los académicos destacaba que Herrera tenía varias telas originales y que el exhibirlas sería la manera de que los alumnos conocieran la forma de pintar de años antes; además de honrar la memoria de un artista dedicado la vida entera a la enseñanza. Además, se cuestiona la falta de libertad habida en épocas revolucionarias, acusando al Director Ramos Martínez de privilegiar al "monigotismo" y al "chiquillismo" como lo único válido en la expresión artística actual del país. El artículo alude al cartel Protesta firmado por varios artistas e intelectuales de la época —incluso Ramos Martínez— donde se declara el repudio hacia la Escuela Nacional de Bellas Artes. Por ello, los alumnos de la Academia piden la división del estudio de las artes plásticas en dos grupos, cada uno con sus directores respectivos: el "monigotismo" con Ramos Martínez a la cabeza y el de la Academia, dirigido por un maestro académico, joven y competente.