Este artículo de Antonio Magaña Esquivel destaca la manera en que el pintor guanajuatense Diego Rivera (1886-1957) abordó temáticamente la conquista de México a través de la utilización de ciertos estereotipos, ya que los españoles fueron ilustrados como: "bandidos, saqueadores, rijosos, glotones" al mismo tiempo de recurrir a la "burla e insulto mordaz." En realidad, la comisión del mural, realizada por Dwight Whitney Morrow (1873-1931), senador y posteriormente embajador de los Estados Unidos en México, correspondió a otros intereses, tales como los efectos de la depresión norteamericana, los conceptos de raza, colonización, primitivismo, modernismo y las oposiciones cultura/civilización y naturaleza/modernización, aspectos fundamentales dentro de una coacción de panamericanismo cultural regido por su país en el continente. Diego Rivera (1886-1957) obtuvo el encargo, poco tiempo después de su salida del PCM, Partido Comunista Mexicano. Al mismo tiempo, habrá de recordarse que, en esta época, Rivera fue objeto de una importante exhibición el MoMA, en 1930, donde acentuó el entorno natural y primitivo de los aborígenes mexicanos. De alguna manera, esta muestra fue una variación de los frescos desarrollados antes en Cuernavaca: acentuación del mito de la identidad mexicana y la concepción (tal vez folklorista) del "buen salvaje", temas que de alguna manera van más allá de una concepción maniquea del episodio de la conquista.