Para el poeta, José Juan Tablada, era de suma importancia no sólo cultural, sino también política y social, el que los pintores mexicanos estuvieran ganando presencia en el medio estadounidense. Por ello señala que, una vez abiertas las puertas al arte mexicano, Estados Unidos recibiría, por ejemplo, los productos industriales mexicanos, también. El crítico apunta la reciente exposición en el Whitney Club de las caricaturas de Miguel Covarrubias, de las pinturas y dibujos tanto de José Clemente Orozco como de Luis Hidalgo. Para Tablada es evidente la creciente influencia de México en la cultura estadounidense; razón por la cual considera dignos de elogio a todos aquellos artistas decididos a aventurarse a mostrar su obra, sobre todo en un medio social donde lo mexicano todavía posee reminiscencias de barbarie.

Durante los años veinte se intensificó la llegada de artistas mexicanos, —actores, pintores, cantantes y músicos— a territorio norteamericano, alentados por la promesa de una sociedad pluricultural y cosmopolita que ofrecía el vecino país del norte. Sin embargo, y esto lo señalara el propio José Juan Tablada (1871-1945) en varias de sus crónicas, los mexicanos debían enfrentarse a un país lleno de prejuicios y que se negó, durante algún tiempo, a reconocer a los nuevos gobiernos emanados de la Revolución. Por esta razón, el crítico trabajó arduamente por ofrecer una visión de un México exótico y pacífico, a través del trabajo de artistas que trascendieran la carga política que comenzaba a poblar las expresiones plásticas del período.