El ensayo de Mario Soro corresponde a un capítulo del catálogo de la exposición Chile 100 años del segundo período, 1950-1973, “Entre modernidad y utopía”; su relato analiza el contexto histórico de 1950, posterior al proyecto de los llamados gobiernos radicales iniciados en 1938. En ellos hubo el énfasis en el rol didáctico del arte para las prácticas del grabado y el mural, medios representados en el país por Carlos Hermosilla, Julio Escámez y Marco Bontá, entre otros. Hubo la modificación de las instituciones con proyectos de desarrollo, incluso los efectos de la Revolución Cubana en la sociedad chilena, así como la preocupación cultural en la promoción de una identidad americana. En relación al grabado, se consigna la tradición de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile y el surgimiento de la Escuela de Arte de la Universidad Católica, caracterizándolo el autor como momento de “modernidad”. Se describen prácticas evolutivas del grabado, el papel ejercido por el Taller 99 ajeno a la ilustración de lo popular, adoptando un tipo de abstracción al modo de Joseph Albers. Se identifica la “diáspora penquista”, desplazamiento de Eduardo Vilches, Jaime Cruz, Pedro Millar y Santos Chávez a la capital chilena. El Golpe de Estado de 1973 interrumpe todo, modificando las condiciones de la producción y enseñanza de arte, siendo exonerados de las instituciones innumerables artistas. El TAV (Taller de Artes Visuales), fundado por profesores dimitidos de la Universidad de Chile, pasa a ser una alternativa de reagrupación en el contexto dictatorial, destacando la obra xilográfica abstracta de Sergio Rojas en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar.