El texto refiere la autoría doble de D. y G. Alfaro Siqueiros, por lo que se presume que la farsa fue redactada por Graciela (Gachita) Amador, esposa de Siqueiros en aquella época y quien escribía cuentos y corridos para el órgano El Machete, Su marido se ocupó de ilustrarla con una xilografía firmada como A., en la cual aparece "la trinidad de los sinvergüenzas" en un trono de nubes: el espíritu, el padre (un poco más elevado que los otros dos) y el hijo, todos con aureolas triangulares. En una época en la que el anticlericalismo estaba a la orden del día, no sorprende la irreverencia de esta parodia de la santísima trinidad, el misterio inefable más importante de la religión católica. Además, en el lenguaje político de la izquierda, parece tópico recurrente, pues años antes,, Ricardo Flores Magón y sus cofrades, en un manifiesto del Partido Liberal Mexicano hablaban de la trinidad sombría: el capital, la autoridad y el clero. En este caso, el clero es reemplazado por un usurero judío, lo cual podría interpretarse como un prejuicio antisemita. La farsa esboza la concepción que los primeros comunistas mexicanos tuvieron de la futura revolución, acontecimiento apocalíptico que acabaría con el reinado de la Bestia (la burguesía). Resulta evidente la re-semantización de tópicos religiosos con fines didácticos; pero, además, en uno de los versos, se invita a los obreros a aceptar su adhesión al comunismo por ser éste un "cristianismo práctico". Esta equiparación se debe a la formación religiosa de muchos comunistas, como el propio David Alfaro Siqueiros (1896-1974), quienes encontraron en esa ideología una secularización de conceptos, valores y símbolos con los que estaban ampliamente familiarizados.