Este documento del Equipo de Contrainformación (el único material escrito del grupo) se divide en tres grandes zonas. La primera es una declaración de principios; la segunda, el guión del relato histórico (dividido en cuatro partes) que compone uno de los ejes del audiovisual sobre la masacre de Ezeiza preparado por el grupo; y la tercera, la transcripción de un testimonio proporcionado a los realizadores por un obrero peronista que concurrió a Ezeiza para recibir al ex-presidente Juan Domingo Perón después de un largo exilio.
En la primera zona, el grupo traza su trayectoria como parte de la vanguardia y su creciente politización que desemboca en Tucumán Arde. Señala, como objetivos del Equipo de Contrainformación, “integrarse como militantes revolucionarios, por medio de los instrumentos expresivos específicos, a la lucha del pueblo por su liberación”. Conciben tal aporte como una combinación de ponerse al servicio de las tareas de concientización y propaganda, a la vez que colaboran en la conformación de una cultura revolucionaria. El grupo justifica su opción de privilegiar la comunicabilidad del material, puesto que “su valor sólo se puede medir en relación a su eficacia, es decir, en la medida en que llega a cumplir su cometido politico”.
A su juicio, dicho trabajo no es sólo para el pueblo, sino con el pueblo, aprendiendo de él. Se señala, por otra parte, su adhesión a las declaraciones y llamamientos del encuentro de artistas plásticos latinoamericanos de La Habana (1972). En cuanto a la elección del tema de Ezeiza como eje del audiovisual, explica el enorme impacto de la masacre. Aclara, también, la estructura del proyecto, que incluye dos niveles narrativos: el relato testimonial de un obrero peronista, ilustrado con dibujos en colores, y la posición ideológica-política del grupo, apoyada en fotos documentales.