Para el poeta estridentista Manuel Maples Arce, la generación de pintores jóvenes representa el esfuerzo más serio en la historia de la pintura nacional. A este grupo lo considera sólido y homogéneo, en sus principios estéticos, y vinculado por afinidades espirituales. Si bien son distintos en el fondo por el carácter o el temperamento de cada uno de ellos, agrupados forman el amplio espectro de la joven pintura mexicana. Considera a este conjunto de artistas (recio y pródigo en intenciones nuevas), señalando su caracterización por la sinceridad en la traducción, casi literal del color, amén del concepto emocional que imprimen en sus obras. Comenta que, entre tales valores artísticos, se pueden citar nombres como el de Diego Rivera, Ángel Zárraga o Saturnino Herrán. Sin embargo, esto fortalece su teoría, puesto que tales artistas son resultado de una energía aislada y no colectiva, similar a la de los nuevos pintores. Esta última afirmación la aprovecha para referirse a la mala crítica de arte que, según Maples Arce, se venía haciendo por razones sentimentales o por amistad; incapaz de aceptar las nuevas tendencias artísticas. De hecho, alude a la situación de los pintores que se preocupan exclusivamente por los problemas académicos; especie de receta para hacer cuadros atenidos aún a los ritos melancólicos de la pintura española del siglo XIX. Apunta el escritor, que la verdadera evolución pictórica se sintió a la llegada de Alfredo Ramos Martínez, quien importó las modernas tendencias europeas, levemente modificadas por el medio y armonizadas a las necesidades espirituales del país. Éstas han producido un arte sincero, dentro de la corriente innovadora de la época, y más nacional; sin que ello signifique pintar nopales ni tampoco dotarlas de fundamentos arqueológicos. El escritor estridentista menciona — en el grupo de jóvenes pintores capitaneado por Ramos Martínez—, a Bolaños, Fermín Revueltas, Fernando Leal, Rufino Tamayo y Leopoldo Méndez, entre otros. Plantea algunas reflexiones en torno a la producción de Bolaños y de Leal, a quienes considera las más recias personalidades. A seguir, emite ciertos juicios de valor sobre el trabajo artístico de Revueltas, Méndez, Tamayo, Francisco Díaz de León y Ugarte. Finalmente, Maples Arce comenta desconocer la producción pictórica de Ramón Alva de la Canal y que, seguramente, ha omitido los nombres de otros valiosos pintores, dignos de aparecer en su artículo, culpando de esta situación a los críticos que no se han ocupado de los jóvenes artistas.