Tucumán Arde es la realización colectiva más conocida de la vanguardia de Buenos Aires y de Rosario, en el momento culminante de la radicalización política y artística por la que los artistas atraviesan a lo largo de 1968. Su diseño implicó un proceso complejo tanto de investigación, como de contrainformación y campaña de difusión masiva. Siendo parte integral de la investigación, una veintena de artistas (en su mayor parte de Rosario) viajó a Tucumán por segunda vez en octubre de 1968. En la Provincia, apoyados por sindicalistas, periodistas y demás colaboradores, los artistas desarrollaron un clandestino trabajo de registro de la situación social vivida por los ingenios azucareros (entonces cerrados), en escuelas y hospitales, etc., buscando información que pusiera en evidencia la falsedad de la campaña oficial sobre el llamado Operativo Tucumán. Se recurrió a múltiples medios: grabaciones, fotografías, filmaciones.
Entre las operaciones que apuntaban a obtener un alcance masivo en Tucumán Arde se encuentra la campaña de difusión desarrollada de manera simultánea al segundo viaje a Tucumán y en los días previos a las muestras. Fundamentalmente, estuvo a cargo del grupo que permanece en Rosario y, en segunda instancia, de los grupos tanto de Buenos Aires como de Santa Fe. El material gráfico (obleas autoadhesivas, afiches) usado por los rosarinos se envió a esas dos últimas ciudades, en donde fue difundido por los artistas. Sin embargo, ni en Buenos Aires ni en Santa Fe la campaña tuvo la envergadura alcanzada en Rosario.
La campaña tenía por objetivo generar una expectativa masiva e incógnita en torno a la consigna “Tucumán Arde” y —como objetivo asociado— convocar a las muestras a partir de canales de difusión no convencionales dentro del circuito artístico. Tanto su diseño (en tres etapas) como su realización combinan técnicas y prácticas tomadas de la acción política, del campo de las relaciones públicas, de los desarrollos artísticos experimentales, además de los criterios básicos de la labor publicitaria.