Tucumán Arde es la realización colectiva más conocida de la vanguardia de Buenos Aires y de Rosario, en el momento culminante de la radicalización política y artística por la que los artistas atraviesan a lo largo de 1968. Su diseño implicó un proceso complejo tanto de investigación, como de contra información y campaña de difusión masiva. Siendo parte integral de la investigación, una veintena de artistas (en su mayor parte rosarinos) viajó a Tucumán por segunda vez en octubre de 1968. En la Provincia, apoyados por sindicalistas, periodistas y demás colaboradores, los artistas desarrollaron un trabajo clandestino de registro de la situación social vivida por los ingenios azucareros (entonces cerrados), en escuelas y hospitales, etc., buscando información que pusiera en evidencia la falsedad de la campaña oficial sobre el llamado Operativo Tucumán. Se recurrió a múltiples medios: grabaciones, fotografías, filmaciones. Con los resultados de la investigación, los artistas montaron en la sede de la central obrera opositora a la dictadura del Teniente General Juan Carlos Onganía (1966-70) una muestra-denuncia en la CGT (Confederación General del Trabajo) de Rosario, la cual no se restringía a una zona acotada del edificio, sino que partía de la idea de ocupación del mismo. Recurrieron a múltiples medios (paneles fotográficos, películas, testimonios grabados, gráficos, recortes, cartas, etc.) para dar a conocer al numeroso público las tristes secuelas sociales provocadas por el cierre de los ingenios azucareros. Unas semanas más tarde se inaugura la muestra en la sede del Sindicato de los Gráficos en Buenos Aires (ubicada sobre la avenida Paseo Colón). No había pasado ni siquiera un día, cuando debió ser levantada por presiones gubernamentales. Las versiones de los artistas sobre la inmediata clausura de la muestra en Buenos Aires coinciden en que el levantamiento fue decidido, de común acuerdo, entre sindicalistas y artistas, ante la amenaza del gobierno de intervenir la central obrera, de quitarle la personería jurídica o bien de clausurar el local sindical. Se repite así, una vez más, una modalidad de intervención del poder político sobre la esfera cultural, algo bastante frecuente en esos días: la censura, persecución o clausura inmediatas de cualquier hecho, muestra, espectáculo que planteara críticas al régimen militar. Según varios testimonios, el aspecto de la muestra que irritó especialmente a las fuerzas represivas fueron las fotos que evidenciaban la brutalidad policial en los enfrentamientos con las manifestaciones obreras en los ingenios. Esta declaración, firmada con un genérico “Plásticos de Vanguardia” y seguramente redactada —entre otros artistas— por Roberto Jacoby (1945-), fue repartida en la muestra en Buenos Aires. Es de llamar la atención la coincidencia entre su posición a la cuestión de si lo que se proponen hacer es o no es arte (“arte es todo lo que moviliza y agita”) y la respuesta dada por León Ferrari (1920-) en 1965 a la impugnación de Ernesto Ramallo, crítico del diario La Prensa.