Una de las constantes de los regímenes posrevolucionarios fue la expropiación de edificios, mismos que fueron reutilizados para convertirlos laicamente en confederaciones o sindicatos. Este auditorio “Emiliano Zapata”, posteriormente llamada Casa del Pueblo o del Agrarista no fue la excepción y, en las pocas imágenes de este inmueble, se pueden apreciar la integración de la pintura mural al espacio arquitectónico. La elaboración de las pinturas murales respondió a los objetivos del régimen cardenista (1934-40) en materia del reparto agrario y la reinvindicación de la figura del campesino. Siguiendo la estructura narrativa de la pintura de historia y paralelamente haciendo una relectura visual de los muros pintados en Palacio Nacional por Diego Rivera, Vicario Román representó la situación agraria nacional partiendo de época prehispánica, el virreinato, la lucha por la Independencia, la Reforma, el porfiriato y la Revolución. Destacan los retratos de los próceres nacionales colocados siempre en torno a los trabajadores del campo. Por otra parte, el articulista, Raúl Ortiz Ávila, editorialista de El Nacional, tuvo a su cargo la sección de artes plásticas por alrededor de un año, sucediendo tanto a Fernando Leal como a Luis Cardoza y Aragón.