Otros acontecimientos importantes en estos años fueron las bienales hispanoamericanas de arte, organizadas y convocadas oficialmente por el Estado español y dirigidas a los países Iberoamericanos. Al interior de España, estas exposiciones significaron un cambio e innovación en la política artística estatal, a favor de un mayor reconocimiento por los nuevos planteamientos e inquietudes de los artistas de avanzada. Sin embargo, al exterior del país, tales bienales se enfrentaron con el rechazo de los artistas americanos y españoles exiliados, los cuales argumentaban que el gobierno de facto del general Francisco Franco (1939-75) no tenía autoridad ni estatura moral para intervenir en materia cultural convocando a un certamen artístico de tal envergadura.
Junto a estas manifestaciones colectivas, también existieron protestas individuales, como la hecha por el pintor Rufino Tamayo (1899-1991) al publicarse en el Excélsior que estaba confirmada su participación en la primera bienal. Tamayo envió una carta al director del periódico, Rodrigo de Llano, en donde desautorizaba la noticia de su participación en el certamen. Durante la tercera edición de estas bienales —en la cual participaron Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y varios pintores exiliados—, Tamayo se sintió en la obligación de enviar a la prensa esta carta abierta en la cual reiteraba su postura antifranquista y criticaba a aquellos que “parecen haber olvidado todos sus formidables programas libertarios y guiados tan sólo por el señuelo de los premios jugosos, no han tenido empacho en participar de ella, lamiendo así la mano de quien hasta ayer se suponía ser el blanco de sus desahogos”.
Para mayor información sobre estas bienales y sus alcances, véase, J.M. Cabañas Bravo: La primera Bienal Hispanoamericana de Arte: arte, política y polémica en un certamen internacional de los años cincuenta (Madrid: Editorial Universidad Complutense, 1992). Y también, del mismo autor, Artistas contra Franco (México DF: UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1996).