En 1960 y a pocos meses de haberse creado el Centro de Arte del Instituto Torcuato Di Tella (ITDT) —dirigido por un Consejo formado por Lionello Venturi, Ricardo Camino, Guido Di Tella y Jorge Romero Brest— se instituyó el Premio Instituto Torcuato Di Tella. Este centro tenía el propósito de cooperar en la difusión y la promoción de las artes visuales, además de mantener contactos con otros centros vinculados a la producción tanto nacional como extranjera. En este marco, el Premio ITDT se creó con la intención de dar una oportunidad a los jóvenes artistas argentinos para enriquecer su experiencia en el extranjero; sin embargo, su realización no sólo permitió el otorgamiento del premio-beca sino que fomentó la circulación del arte internacional en el medio local, convirtiéndose en un referente importante para la renovación plástica del momento. Hasta 1967, este premio se otorgó a los artistas nacionales y/o internacionales, con algunas variantes según el año en cuestión. A partir de esa fecha, cambió de nombre y se transformó en Experiencias Visuales, llamándose sólo Experiencias en 1968 y 1969.
Este documento muestra la reacción frente a los procesos de renovación del lenguaje artístico promovidos a través del Premio Torcuato Di Tella. Es interesante notar que Alfredo Roland había acompañado el período de difusión de la abstracción en la Argentina, participando en la discusión acerca de las denominaciones generadas por la crítica en los años cincuenta. Sin embargo, frente al informalismo, Roland considera que una obra de arte debe ser construida y compuesta por el artista, opinando incluso que ya sea el azar, los colores, o bien las texturas —al ser reunidos sin intencionalidad creadora— sólo proporcionan un mensaje estético cuyo impacto no será perdurable. En otras palabras, el crítico entiende que el gesto vital puede ser “expresión” pero no “arte”.