El texto “Arte Suramericano” de Jean Emar corresponde a una de sus “Notas de arte” escritas en el diario La Nación entre 1923 y 1925. En este texto, Emar, en su condición de crítico de arte, analiza cómo se recepcionan las ideas que circulan sobre la existencia de un Arte Suramericano y, por extensión, de un arte chileno. Las averiguaciones de Emar sobre las opiniones del ámbito local, lo llevan a diagnosticar dos proposiciones: 1. los que quieren nacionalizar; 2. los que piensan que el arte no puede tener nación. Desde su punto de vista, tales averiguaciones son un modo incorrecto de plantearse el problema. Entre las interrogaciones que aborda, Emar se pregunta: “¿Tener un arte propio que no se asemeja con ningún otro o que, por lo menos, tenga rasgos tan marcados que se le distinga del primer contacto”. Su respuesta a dicha disyuntiva será: “la única pregunta que puede formularse es si Suramérica ha aportado, o no, algo nuevo al arte total; si con el aporte de los suramericanos se ha enriquecido el arte y, por tanto, el alma humana, con una adquisición más, con un aspecto más”. Argumento por el cual su respuesta será negativa. Todo lo anterior se debe contextualizar en el debate sobre un arte nacional o las ideas de la vanguardia europea y tanto su imitación como su recepción en el espacio local durante las primeras décadas del siglo XX.

El contexto de la “nota” de Jean Emar (1893-1964) —seudónimo literario del escritor, crítico de arte y pintor chileno Álvaro Yáñez Bianchi— indica dos aspectos. El primero es que el nombre de pluma se debe a su vínculo familiar con el fundador del diario; el segundo, gira en torno a los procesos de transferencia de información en el marco de circulación de modelos de producción de obra, operando como telón de fondo de las vanguardias. La recepción de éstas va poner en circulación la discusión tanto de lo propio como de lo ajeno, para lo cual se debe tener presente los descalces de ideas respecto de su lugar de origen y su recepción en los espacios locales.El artículo “Arte Suramericano” es parte de un corpus de “Notas” que escribe Emar a su vuelta de Europa a partir de 1923 en el diario La Nación —fundado por su padre en Santiago — [Estudio y recopilación de Patricio Lizama A.]. El matutino se transformará en órgano de carácter programático para la difusión de ideas vanguardista. Ideas que en el sistema de la pintura de Chile estarán representadas por el Grupo Montparnasse que lo integran Luís Vargas Rosas, Manuel Ortiz de Zárate, Julio Ortiz de Zárate, José Perotti, Henriete Petit; esto es, pintores chilenos que esataban matriculados en la Academie de la Grande Chaumière y habían coincidido en Francia en diferentes estadías a comienzos del siglo XX. La cercanía con Emar, a quien conocen en Europa, se traduce en la complicidad de éste en la difusión crítica y periodística de sus exposiciones. Una de las más emblemáticas tuvo lugar el 22 de octubre de 1923 en la casa de remates Rivas y Calvo que marca el inicio de lo que se considera un momento de modernización en Chile.También se debe tener en consideración el trabajo polivalente de Emar, quien, además de crítico de arte, actúa en condición de escritor vanguardista, autor de novelas y cuentos. Entre ellos, podemos citar: Ayer, Un año y Miltín 1934, publicadas al año siguiente, Diez en 1937 y además Umbral, obra a la que se dedicó hasta el final de su vida, enclaustrado años en Vilcún (1942-64), cerca de Temuco en la región de Araucanía, publicada póstumamente.