Carlos Mérida inicia su discurso comentando el esfuerzo realizado por artistas norteamericanos al fundar el recinto de la Union Artists Gallery donde asegura, se cimentará el futuro arte de los Estados Unidos. Apunta la estrecha afinidad entre la obra de los artistas mexicanos y los camaradas de Chicago, manifestando sus deseos para que esa labor en común crezca tanto para el arte como para las causas de la liberación humana en su lucha contra el fascismo. Sin embargo, el pintor señala que todavía no florece en los EE.UU. un arte que sea reflejo de la vida y el espíritu del pueblo, algo equivalente a lo existente en el teatro, la arquitectura, la danza y la música de ese país. En su entender, este esfuerzo no ha cristalizado todavía porque gran número de pintores ha seguido el experimento mexicano en una de sus peores facetas. Aquella que, a pesar de su pretendido revolucionarismo, no fue sino un estancamiento. En otras palabras, un movimiento antirrevolucionario por su esencial carácter académico que ha resultado en innúmeras obras con fines utilitarios inmediatos o con propósitos demagógicos, sin ningún sentido plástico. Para fundamentar su juicio, el pintor realiza un análisis del movimiento artístico mexicano dividiéndolo en tres etapas: la primera meramente transitoria, fue cuando la pintura recibió su mayor influencia del folklore, dando como resultado una obra superficial, sin transmutaciones que formaran organismos nuevos. La segunda, por razones del movimiento social de México, se ha ocupado en hacer relatos gráficos. La tercera, representada por los jóvenes que han aprendido de las dolorosas experiencias de sus mayores, los cuales realizan obras que, para el autor, aún son imperfectas. Sin embargo, son más vitales, más revolucionarias y expresivas que las hechas por la legión de aquellos ilustradores amorfos. Mérida recomienda a los artistas norteamericanos que, para realizar obras fecundas y vitales, es preciso: (1) recrear los elementos del ambiente; (2) transmutar los valores idiosincráticos y étnicos del país; (3) tener la capacidad de ver y expresarse diferente; (4) realizar una obra de arte no representativo sino abstracto: de organismo único. Finalmente, Mérida menciona algunos de los jóvenes artistas mexicanos y ciertas características de sus trabajos artísticos.