En “El indio americano y el de México”, el médico y político mexicano José Manuel Puig Casauranc compara las condiciones de vida de los indígenas mexicanos con la de los nativo-americanos estadounidenses que pudo observar durante un viaje a Nuevo México. Este artículo fue publicado en respuesta al libro La evolución histórica de México de Emilio Rabasa, obra que trataba sobre la situación general de los indígenas mexicanos en ese momento. Puig señala que la ley mexicana no diferencia entre las personas indígenas, los criollos —o mexicanos nacidos en España— y los mestizos. En su contraste, los nativo-americanos de Norteamérica cuentan con protecciones especiales promulgadas por el gobierno estadounidense. Puig explica que el gobierno de ese país no solo construye puentes y carreteras para las reservas de los nativo-americanos, sino que también les proporciona equipos agrícolas, materiales educativos, representación legal y orientación espiritual cristiana. Puig declara que los nativo-americanos, a diferencia de los indígenas mexicanos, reciben una “generosa compensación” por las propiedades y los derechos confiscados por el gobierno estadounidense y los colonos europeos. No obstante, Puig admite que los nativo-americanos permanecen aislados en reservas y marginados del “crisol” norteamericano, y opina que su incapacidad de abandonar sus costumbres tradicionales e incorporarse al conjunto de la sociedad impedirá su desarrollo y éxito. Puig finaliza señalando que, aunque el gobierno mexicano ha desatendido a la sufrida población indígena, todavía tiene la posibilidad de integrarse en la sociedad mexicana, a diferencia de sus homólogos estadounidenses.