Este texto fue publicado en el catálogo de la exposición Museo Abierto con curaduría de Nemesio Antúnez y organizada por el Museo Nacional de Bellas Artes en Santiago. El título, como conceptualización de la muestra, pretendió traer a la luz aquellos trabajos desarrollados durante los años previos a la vuelta a la democracia en 1990 y caracterizados por una ausencia de este tipo de obras en espacios expositivos más tradicionales como el propio MNBA. En esta sección del catálogo, el historiador del arte y docente de la Universidad Católica de Chile, Gaspar Galaz, traza un breve panorama sobre esos años de transición entre la dictadura y la democracia. La principal hipótesis suya implica el repliegue de la producción artística de interés sociopolítico hacia una dirección y postura artística de mayor introspección.
La primera parte de esta dicotomía —resumida en repliegue en torno al espacio y a las temáticas abordadas por los artistas— se ilustra ampliamente en “Arte en Chile desde 1973. Escena de avanzada y sociedad” de Nelly Richard [ver Archivo Digital ICAA (doc. no. 731905)] donde se define la escena artística y cultural inmediata al Golpe Militar, obviamente inmersa en problemas sociopolíticos que afectan su realidad más próxima. Obra clave dentro de este paradigma es la “acción artística” propuesta por el grupo C.A.D.A. bajo el título de Para no morir de hambre en el arte [ver referencia a la obra en el texto “No es una aldea” (doc. no. 731913)].
En el proceso de transición, y todavía con enfoques experimentales, destacan las propuestas de Carlos Leppe, Eugenio Dittborn, Francisco Brugnoli, Juan Castillo, Lotty Rosenfeld y Carlos Gallardo, entre otros. En lo referente al regreso al orden pictórico de mediados de los ochenta, Galaz menciona en este texto, entre otros, a Jorge Tacla, Bororo, Ismael Frigerio y Sammy Benmayor; trátase de una tendencia fortalecida a inicios de la década de noventa por Gonzalo Cienfuegos, Patricio de la O, Ernesto Barreda y otro más.