Pedro Henríquez Ureña habla de la obra de Diego Rivera en comparación con los grandes artistas del pasado renacentista y barroco. La trascendencia de este artículo se debe a que la obra de Diego Rivera (1886-1957) aún no plasmaba las características de un nacionalismo que naciera a partir del proyecto de un arte público. Enfoque que, poco tiempo después, se impulsó firmemente a partir de la reforma educativa y cultural llevada a cabo por el filósofo y educador José Vasconcelos (1882-1959). En ese momento, la obra de Rivera tenía influencia europea de las vanguardias y estaba totalmente ajeno y alejado de las posteriores concepciones ideológicas y revolucionarias representadas en su obra mural. Nacido en una familia de intelectuales, Pedro Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1884-Buenos Aires, 1946), fue uno de los críticos y filósofos más importantes en América Latina en el Siglo XX. Luego de completados estudios secundarios en su natal República Dominicana, Henríquez Ureña marchó a los Estados Unidos, comenzando así una larga ausencia de su tierra natal. En España tomó parte activa en la redacción de la revista Filología Española; en México (1906-1913) fue Director General de Enseñanza Pública y Catedrático de la Universidad Nacional; en los Estados Unidos (1915-1916) fue profesor universitario; en Argentina, profesor de las universidades de Buenos Aires y La Plata (desde1924). Posteriormente, en los años cuarenta, se vinculó a la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo. En su país de origen, desempeñó el cargo de Superintendente General de Enseñanza. La imagen que aparece en el artículo, Retrato del pintor Renato Paresce (1919), no se encuentra en el catálogo general de la obra de Diego Rivera.