Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
El vínculo de Nicolás García Uriburu (1937-2016) con el CAYC había comenzado en 1970, con la muestra De la figuración al arte de sistemas (doc. no. 761141), montada en el Museo Caraffa de Córdoba, donde se introdujo por primera vez el término “arte de sistemas”. Para ejemplificar esa nueva perspectiva del arte —entonces privilegiando procesos y experiencias que primaban sobre el objeto artístico tradicional—Glusberg convocó a Luis Fernando Benedit, Edgardo Antonio Vigo y al propio Uriburu. Pierre Restany (1930-2003), quien junto con Yves Klein acuñó el término “nouveau réalisme” (Milán, 1960), a principios de los setenta, se interesaba en un arte colectivo de índole sociológica.
En junio de 1968, durante la XXXIV Biennale di Venezia, el artista argentino se subió a una góndola acompañado de un fotógrafo y vertió treinta kilos de fluoresceína, sustancia inocua que coloreó de verde las aguas del Grand Canale veneciano. La acción conceptual fue considerada como experiencia pionera en el arte tanto argentino como internacional; su gesto artístico estaba a la vanguardia de discusiones de aquella época tales como la performance, el arte de acción o el body art. Uriburu se alineaba así con preocupaciones semejantes —sobre todo en los artistas de Estados Unidos, quienes comenzaban a destacar el entorno como espacio desde donde accionar desde la estética. Como consecuencia de dichas búsquedas creativas, el land art proponía redefinir, a su modo, el nexo entre arte y naturaleza en relación directa con una naciente conciencia ecológica a nivel mundial.
A aquella primera “coloración” siguieron otras en distintos puntos de Europa y América, según detalla el texto de Restany, quien fue asiduo visitante y comentarista de la escena artística argentina desde los años sesenta. En la muestra anunciada en esta gacetilla, García Uriburu expuso una serie de serigrafías que (valiéndose de los códigos de la cartografía) señalaban la ubicación geográfica de cada una de estas acciones. Además, otros de sus mapas abordaban una temática de medular interés en esta etapa del CAYC: la unidad latinoamericana. Para la inauguración, llevó adelante otra variante de su performance: se tiñó el pelo de verde.