Desde sus inicios, el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) liderado por el gestor, artista y empresario Jorge Glusberg se propuso como un espacio interdisciplinario que pudiera generar un movimiento de arte experimental. Para ello, la conformación de redes de colaboración entre artistas y críticos locales e internacionales fue fundamental. Las exposiciones hicieron visibles esos intercambios, en los que la presentación de panoramas de tendencias o artistas individuales era una oportunidad para conocer las novedades del arte contemporáneo internacional; o bien de dar a conocer artistas argentinos y latinoamericanos en la escena mundial.
La voluntad de establecer lazos entre el arte de Latinoamérica y el del Europa del Este fue una parte fundamental, de algún modo politizada, de la estrategia de intercambio internacional planteada por el CAYC. De hecho, se promovía una “unión de fuerzas” entre escenas nacionales de países considerados tercermundistas, lo que a los ojos de Glusberg se traducía en un arte que participaba de la escena mundial sin dejar de reflejar problemáticas en común.
Durante sus numerosos viajes por países del este europeo, Glusberg se vinculó con artistas tales como Endre Tót y sobre todo críticos de arte de Hungría (László Beke, Janusz Bogucki). Tales redes de intencionalidades tuvieron como resultado la organización de exhibiciones en torno a esos países en la sede del CAYC: el Festival de la vanguardia húngara es una de ellas [ver GT-289 (doc. no. 1476437)].
Los vínculos con países del llamado Bloque Socialista tuvieron gran influencia en la estrategia internacional del CAYC al englobar la producción de los artistas del “Tercer Mundo” en un proyecto evolutivo conjunto, llegando a ser caracterizada por Glusberg por su potencial revolucionario y su necesidad tangible de cambiar la sociedad. (Katarzyna Cytlak, “Hacia el arte latinoamericano globalizado.” Revista de Estudios Globales y Arte Contemporáneo, 2017-18).
El Festival de la vanguardia húngara mostró a través de fotografías, collages, esculturas, intervenciones urbanas, performances, obras de arte correo, poesía visual y libros de artista, propuestas artísticas que no solo empujaban los límites estéticos tradicionales, sino que también cuestionaban las convenciones del establecimiento social y político en el seno de los estados autoritarios. Figura vanguardista, Endre Tót (n. 1937) dejó de lado el género pintura a inicios de los años setenta, desplazándolo para comenzar su trabajo experimental con máquinas de escribir, además de practicar el arte correo, graffitis y acciones callejeras, situaciones y propuestas con las que logró evadir la censura ideológica imperante en su país; sus obras emblemáticas de esa época son las series TÓTalZEROS y TÓTalJOYS (1970-76). Ejemplo de su enfoque creativo es la “carta audiovisual” enviada por el artista a Glusberg donde experimenta con la escritura de la máquina de escribir repitiendo un tipo y evocando así su sonido.